Mónica Costales – Encargada del Tanatorio de Cabueñes

“Funeraria Gijonesa es una empresa que predica y practica la igualdad. Somos una familia” 

Mónica Cuesta llegó hace quince años a Funeraria Gijonesa (FG), donde ha podido desarrollar la gran vocación de servicio que siempre ha tenido. Para ella, una persona que vive el sufrimiento y el dolor de las familias, un gracias es lo más bonito y grande que puede vivir desde su puesto de trabajo. También es la responsable de promoción interna. En un mundo, el funerario, donde los que observan desde fuera perciben una predominancia masculina, ella ocupa un cargo de gran responsabilidad en una empresa “donde hombres y mujeres están presentes en todos los departamentos”. 

Según tu experiencia, ¿cómo se aplican los principios de igualdad en una funeraria? 

Entre compañeros y jefes te lo hacen fácil. En mi empresa, porque aunque yo soy empleada, la siento como si fuera mía, tengo muy buenos compañeros, tanto hombres como mujeres. Es como una familia. En ese sentido, se lleva muy bien. 

Es algo que comentáis todos, que sois una familia. 

Lo decían en su día incluso los fundadores. Ellos decían que querían que fuésemos como una familia. Podían ser los dueños, pero gracias a los empleados todo sigue adelante y funciona. 

¿Qué se suele hacer en FG durante el 8M? 

Solemos hacer algún gesto conmemorativo, de apoyo a la mujer y a la igualdad. Dentro de lo que es el tanatorio en la floristería, por ejemplo, hemos puesto flores con colores morados, por ejemplo. Un apoyo hacia todas las mujeres. En FG somos muchas trabajando. Y, no es por decir, pero es una empresa que predica y practica la igualdad. Llevo cerca de quince años allí y nunca vi ninguna injusticia en ese sentido. 

Hay muchas mujeres trabajando en FG para lo que se suele ver en el sector. 

La verdad es que, en nuestro caso, es verdad que hay mucha mujer. No sé en el caso de otras funerarias, aunque conozco a alguna mujer. Pero yo siempre lo vi en Funeraria Gijonesa, desde que entré. Y no llevo dos días aquí, llevo quince años. Siempre que tengas ganas de trabajar, de aportar, cualquier mujer sale adelante por sus propios medios. 

La empresa ha instaurado el plan nacional de Igualdad recientemente. ¿Qué otras actividades relacionadas con este importante ámbito se desarrollan en la empresa? 

Se hacen muchos actos y formaciones al respecto. 

¿Cúal crees que es la clave para acabar con la desigualdad en el trabajo? 

Sobre todo, es cuestión de educación. Yo educo a mis hijos hacia el respeto de la persona, sea mujer u hombre. Es lo que quiero como mujer. Pienso que muchas veces el comportamiento de los hijos se debe a la educación que han recibido. El día de mañana, si mi hijo hace algo malo, me voy a echar la culpa por no haberlo educado correctamente. Quiero que sea una persona honrada y con respeto hacia los demás. 

¿Cómo llegas a FG? 

Cuando me saqué el carnet de conducir, a los 18 años, llevaba a mi abuelo a la funeraria cuando tenía que dar un pésame porque él no tenía carnet. Recuerdo una vez que Tino Fano, el anterior presidente y amigo de mi abuelo, me enseñó las instalaciones y pasamos por floristería. En aquel momento dije que me encantaría trabajar aquí. Sí es verdad que lo veía todo muy guapo desde afuera. Pero es duro trabajar en una funeraria, sobre todo psicológicamente. Porque día tras día ves el dolor. Sobre todo cuando tratas con las familias, como hago yo ahora. Y cuando es ley de vida, por ejemplo un señor de 60 años al que se le murió su madre con noventa y tantos, le ves el dolor, pero es algo natural. Pero cuando viene una madre que tiene que enterrar a su hijo de 9 años, o de 16, o de 24… Los que somos padres lo sufrimos más. La única alegría es cuando te viene una familia, después de pasar lo que han pasado, y te dan las

gracias por la atención. Simplemente que te den las gracias en un momento en el que no están para agradecer nada, te hace ir a casa contenta por haber ayudado de una manera u otra. 

Cobra mucha importancia ser una familia para sobrellevar todo el dolor que veis, ¿no? 

Sí. Yo siempre digo que somos equipo, somos una cadena, y todo tiene que salir bien por respeto a unas familias que han perdido a alguien querido. A la vez hacemos piña, hay amistades. Estamos apoyándonos en todos los sentidos: desde el físico hasta el psicológico. Porque a veces un compañero tiene que ir a recoger un niño, que es durísimo. La gente piensa que te haces a ello, pero no te haces nunca. Un niño es un niño, no se muere por ley de vida. Te apoyas en los compañeros. Paso más tiempo en Funeraria Gijonesa que en casa y me desahogo tanto con mis compañeros como en mi propia casa. 

También cuando discutimos, parecemos hermanos. No somos familia de sangre, pero somos familia. Hoy discutimos y mañana estamos tan bien. 

Cuéntame algún momento bonito que hayas vivido, entre tanto dolor. 

Tengo muchos. El primero, lo que he dicho antes. Lo que más me alegra es cuando una familia te da las gracias. “Gracias por escucharme”, eso es lo más grande para seguir trabajando. 

Lo segundo, el compañerismo. En mi caso, cuando ascendí, tuve compañeros que me dieron la enhorabuena. Siempre me ayudan, me apoyan. Porque un ascenso es algo difícil también. Tienes que empezar casi de cero en una nueva función, aprender cosas que no sabes. Con mis compañeros me quito el sombrero porque me están apoyando muchísimo. Quiero agradecérselo a todos. Es mi última alegría, y no por el ascenso en sí. El ascenso me hizo ver que tengo unos grandes compañeros. 

¿Con ganas de llegar al reloj ‘aniversario’? 

Hombre, ojalá. Todavía me quedan diez. Llevar 25 años seguidos en una empresa es increíble. Es raro ver cómo, año tras año, se entregan relojes de permanencia de 25 años. Estamos hablando de una empresa donde hay compañeros que llevan treinta años, y no pocos. No entra y sale gente como pasa en otras empresas. Nosotros queremos quedarnos. No sé lo que tiene, porque se ve mucha tristeza, pero todos queremos quedarnos. 

Tengo que preguntar por el tema COVID, ¿cómo lo viviste? 

Surrealista. Es como si fuera una película, no llegas a creerlo todavía. En Asturias tuvimos mucha suerte en comparación con las ciudades grandes. Al principio podías tener un fallecimiento o dos. A nosotros nos vino sobre noviembre de 2020. Fue demasiado, con 27 fallecidos al día. Veías que esto era real, que se moría gente y gente joven, sin patologías. No sólo gente mayor. Fue muy duro.

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