La empresa Táctica Industrial, una empresa asturiana ubicada en el parque tecnológico la Milla del Conocimiento ha ofrecido a Funeraria Gijonesa, para su tanatorio de Cabueñes, un novedoso proyecto pionero a nivel español y europeo: generar electricidad, frío y calor a partir de la temperatura residual de sus tres hornos. Según sus cálculos, con el calor residual de los tres hornos podrían cubrir las necesidades de calefacción y electricidad de 150 hogares.
En el proyecto piloto también participa el departamento de Energía de la Universidad de Oviedo, que se encarga del desarrollo conceptual y de la parte termodinámica. “Técnicamente no es nada complicado”, explica José Luis Suárez Sierra, gerente de Táctica Industrial al diario Hoy de Extremadura. La manera de transformar la energía calorífica está perfectamente estudiada e implantada. La maquinaria no es obstáculo para la trigeneración. “La innovación que pretendemos desarrollar está en el almacenamiento de la energía resultante y en el ciclo de inyección”, apostilla.
La intención es convertir los hornos en una caldera industrial. Obtendrían agua caliente para calefacción, la podrían enfriar para las cámaras frigoríficas (del propio tanatorio) o el aire acondicionado, y tendrían energía eléctrica para los edificios. Para la distribución emplearían las redes de distrito o ‘district heating’.
Se trata del mismo sistema que utilizan las gigantescas calefacciones centrales que cada vez están más extendidas en España y Europa. Solo que en este proyecto no hace falta una central térmica con biomasa (o cualquier otro combustible), se aprovecha el de la incineración. “Al final, es un cable que va por un tubo o una red de conductos para enviar agua caliente o fría, dependiendo de las necesidades”, explica el responsable de Táctica Industrial.
El problema es que no hay incineraciones todos los días. El año pasado fallecieron en España 426.053 personas, según datos de Panasef, la patronal de las funerarias. “Es muy variable. Incluso depende de la situación geográfica. En el norte, quizás hay más decesos en invierno y en el sur es al revés”, relata Verónica González. De ahí el interés del proyecto asturiano en idear la manera de almacenar la energía, sobre todo el frío y el calor. Porque la electricidad es imposible: hay que enviarla directamente a la red.
El tanatorio de Cabueñes cuenta con la última tecnología en sus sistemas de cremación. “Invertimos un millón de euros en renovar los hornos que teníamos desde hace 26 años. De dos pasamos a tres y conseguimos mejorar la calidad del servicio. Antes hacían falta de cuatro a seis horas en cada incineración y ahora solo empleamos dos”, explican desde la funeraria. Esto permite a Táctica Industrial contar con un motor de última generación. Y ecológico.
Funeraria Gijonesa también optimizó el sistema de emisión al medio ambiente. “Redujimos los contaminantes expulsados por las chimeneas en un 98%”, apunta Verónica González. Además, todos los aparatos para la trigeneración cabrían en una sala, similar a cualquier otro gran cuarto de calderas.
Cada año hay más fallecimientos -2018 batió el récord desde que hay estadísticas-, por lo que el calor sobrante del proceso daría para hacer rentable la inversión. Cada día son más las personas que eligen la cremación como destino final. En 2018, el 41% de los fallecidos en España. Y la tendencia es al alza. La Asociación Nacional de Servicios Funerarios (Panasef) estima en su último informe que en 2025 este porcentaje se elevará hasta el 60%. Además, esta modalidad es muy superior en localidades urbanas frente a las rurales, y tiene mayor presencia en el sur que en el norte del país.
Si todo va según aventuran las tres partes, el tanatorio de Cabueñes podría comenzar a experimentar en menos de un año. Y si sale bien, como esperan, el modelo podría exportarse. Los datos auguran un importante nicho de mercado. España es el país europeo con mayor número de hornos crematorios. En total, 442. Estos aparatos permiten realizar unas 1.768 incineraciones en cada jornada laboral, a pesar de que la demanda diaria, de momento, es muy inferior, solo 400.
Con este panorama, la expansión de este nuevo modelo de redistribución de la energía calorífica podría aplicarse en otros ámbitos. Por ejemplo, en las grandes industrias que utilizan el agua como actor principal para la refrigeración de sus equipos. Solo tendrían que conectar ese fluido a una red de distribución.
En Móstoles funciona la más grande España, aunque el calor lo obtienen gracias a una potente caldera de biomasa de doce megavatios, con capacidad para dar agua caliente y electricidad a 6.500 hogares. El ahorro para los consumidores es importante. Hasta un 15% si se compara con el recibo del gas. Además, está la ventaja ecológica, ya que evita la emisión a la atmósfera de más de 9.000 toneladas de dióxido de carbono (CO2). Una cifra que podría aumentar exponencialmente si las grandes fábricas decidiesen hacer recircular el agua caliente a los municipios cercanos en lugar de, como sucede en algunos casos, verterla directamente al mar.
Fuente: El Periódico de la Energía